jueves, 18 de febrero de 2010

María Sierra Varo Atalaya


Voy mirando tu rostro cada día.
Los años que han pasado no mermaron
esa luz de tus ojos, ni lograron
que perdieran su brillo y su alegría.

Siguen siendo ese faro que es la guía
del loco corazón con que te amaron.
Siempre brillan igual que ayer brillaron
con todo su esplendor y su energía.

La antorcha que ilumina mi sendero
y disipa tinieblas a su paso
marcándome el camino verdadero;

si me miras no llegará el fracaso,
seguiré con mi afán aventurero
y marcharé en la vida sin retraso

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