Voy mirando tu rostro cada día.
Los años que han pasado no mermaron
esa luz de tus ojos, ni lograron
que perdieran su brillo y su alegría.
Siguen siendo ese faro que es la guía
del loco corazón con que te amaron.
Siempre brillan igual que ayer brillaron
con todo su esplendor y su energía.
La antorcha que ilumina mi sendero
y disipa tinieblas a su paso
marcándome el camino verdadero;
si me miras no llegará el fracaso,
seguiré con mi afán aventurero
y marcharé en la vida sin retraso
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